04 abril, 2013

REFLEXIONES SOBRE EL PROYECTO GASÍSTICO DE DOÑANA

 Plano del proyecto publicado en el BOE del 28 de enero de 2013 
El otro día, mientras recorría el Parque Natural de Doñana, entre las kilométricas tuberías que transportan el Gas Natural hacia los distintos puntos de nuestra geografía, me vino a la memoria una conversación que tuve hace algún tiempo con Alonso Martín Díaz “El viejo campesino”, un  octogenario, antiguo guarda forestal de Mazagón que conoce a la perfección hasta los lugares más recónditos del Parque. Alonso, en un arrebato nostálgico me comentaba que el mal llamado progreso había arrebatado muchas cosas a la naturaleza y a la forma de vivir de este pueblo; él ha visto desaparecer numerosas especias animales y vegetales, y con ello la desaparición también de antiguos oficios que eran el sustento de las familias de Doñana y su entorno, como el oficio de carbonero, una técnica ancestral que se iba transmitiendo de padres a hijos para construir los boliches u hornos donde se fabricaba el carbón vegetal, combustible básico de las cocinas y braseros  de los habitantes de esta zona. Otra de las desapariciones más importantes que Alonso lamentaba con cierto grado de tristeza, era la de aquellas calderas que destilaban la esencia de nuestros campos; compuestos aromáticos que eran empleados en los laboratorios farmacéuticos y en la industria de la perfumería.

Todas aquellas actividades tradicionales que se realizaban en Doñana y su entorno, fueron desapareciendo, y ya solo queda la apicultura y la recogida de las piñas para extraer el piñón. El culpable de todo ello fue el desarrollo industrial, una revolución productiva con fecha de caducidad, que lo único que produce hoy en día son largas colas de parados que intentan llegar a la correspondiente mesa de la mal llamada Oficina de Empleo.

El Parque Natural de Doñana no se quedó atrás y también apostó por la industrialización de sus tierras, explotando los yacimientos de gas del subsuelo para la extracción y posterior almacenamiento de esta fuente de energía, comenzando así la metamorfosis de Doñana, de Parque Natural a Parque Energético, con la artificiosa excusa que los interesados en esta industria hicieron llamar “Desarrollo Sostenible”.
Línea del Saladillo al Rincón 
La reciente declaración de impacto ambiental favorable que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha otorgado a Petroleum Oil & Gas España (BOE del 28 de enero de 2013), empresa filial de Gas Natural-Fenosa, para construir un nuevo gasoducto y a almacenar gas en diferentes puntos del subsuelo de Doñana, ha hecho saltar todas las alarmas por el posible riesgo que puede correr uno de los enclaves naturales más importantes del mundo, y ha provocado una importante repercusión mediática, tal vez debido al desconocimiento de los ciudadanos sobre la actual situación industrial en el Parque Natural, ya que la extracción de gas se lleva realizando desde hace 30 años, sembrando para ello una red de gasoductos que atraviesa todo el Parque.
 Instalaciones de los pozos del Asperillo 
A través de diversos estudios geológicos realizados en los años 80, se descubrieron importantes yacimientos de gas natural en Doñana. Con el disfraz del “Desarrollo Sostenible” se perforó el primer pozo en la zona del Saladillo, iniciándose la producción en 1997. Este mismo año se sumó la extracción del gas procedente del subsuelo marítimo del Golfo de Cádiz, a 30 kilómetros de la costa de Huelva, que es procesado en la planta “Poseidón”, que la empresa Repsol tiene en Mazagón, y que posteriormente es  inyectado a la línea general de Enagás. Siete años después se perforó el segundo pozo en El Saladillo, y en 2003 tuvo lugar la perforación del tercero. Asimismo, en 1983 y 1985 se perforaron dos pozos en Marismas 3 y Rincón, comenzando su producción en 1990. Pero aquí no queda la cosa y Doñana sigue su expansión industrial, construyendo en 2010 un gasoducto de 4839 metros para unir Rincón y Marismas 3 con la línea de Enagás (BOE de 30 de septiembre de 2010). De esta ampliación muy pocos se enteraron; y no es porque la empresa y el Gobierno trataran de ocultarlo, ya que actuaron con total transparencia, y el proyecto fue divulgado y sometido a exposición pública, lo que ocurrió entonces es que no tuvo el eco mediático que ahora tiene el nuevo proyecto.
 Instalaciones de los pozos del Saladillo 
Las obras que Petroleum Oil & Gas España pretende llevar a cabo en el plazo de tres años, una vez que obtenga el permiso que debe conceder la Junta de Andalucía, consta del sondeo de cinco nuevos pozos de una profundidad de 2.000 metros, de los cuales tres se encuentran dentro del espacio protegido, y de la construcción de un gasoducto de 70 kilómetros, de los que 20 serán interconexiones de nueva construcción y el resto serán sustituciones de las tuberías ya existentes por otras nuevas entre el Saladillo y Rincón. El proyecto contempla también, que a medida que se vayan agotando los yacimientos, reconvertir los mismos en almacenamientos subterráneos, inyectando y extrayendo gas en función de la existencia de un exceso de oferta o demanda en el mercado. Así pues, lo que plantea la empresa es ampliar la producción y aprovechar los pozos vacíos como almacén.
Para realizar este reportaje y conocer el asunto en profundidad, ha sido necesario realizar dos visitas a las instalaciones, y el único operario con el que nos hemos encontrado ha sido esta videocámara, que no cotiza a la Seguridad Social, no pide aumento de sueldo y no secunda ninguna huelga, todo un chollo para la empresa.

Si le preguntamos a la gente de la calle donde quieren almacenar el gas natural, si en esos monstruosos tanques que Enagás tiene al borde de la carretera de Huelva a Mazagón, con el consiguiente peligro que conllevan para las poblaciones cercanas, o en unos pozos subterráneos, lejos de las zonas habitadas, y que presentan menos peligro y nulo impacto visual, se inclinarán con toda seguridad por la última opción.

Ahora bien, las cosas no se pueden contar así a la ligera, a esas personas hay que explicarles con toda claridad que para instalar esas tuberías, de un diámetro de entre 15 y 30 centímetros, y los caminos contiguos de servidumbre, será necesario destruir numerosas especies vegetales como el jaguarzo, el lentisco, la jara o el romero, hábitat de muchas especies animales para las cuales se han hecho grandes esfuerzos de conservación, entre las que se encuentra el milano real, el lince ibérico, el águila imperial, el búho real, y la cigüeña negra, todas ellas, especies emblemáticas que no podemos consentir que desaparezcan. Hay que explicarles que esa nueva infraestructura pone en peligro la conservación de un enclave  natural que es Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera.

El espacio natural de Doñana es de todos, y no de una empresa privada que va a obtener unos beneficios económicos en detrimento de un bien natural y común, ahorrándose unos elevados costes de construcción de unas instalaciones en la superficie. La explotación de nuevos pozos y la utilización de este suelo como almacén subterráneo de gas sería un descarado uso industrial de Doñana. Si se abren las puertas de Doñana para seguir industrializando su suelo, también se deben abrir para otros proyectos, como por ejemplo, el de la construcción de “la carretera imposible” de Huelva a Cádiz  para unir a estas dos ciudades de la Costa de la Luz, a las que solo separan 32 kilómetros por la costa, proyecto que aportaría enormes beneficios turísticos, logísticos y económicos para ambas ciudades. O abrir también las puertas a la expansión urbanística, permitiendo construir en los acantilados del Asperillo, entre las poblaciones de Mazagón y Matalascañas. Todo esto vendría como anillo al dedo a estas dos ciudades, máxime ahora que el Gobierno ha suprimido las subvenciones destinadas a compensar las limitaciones en el desarrollo económico que tienen los pueblos del entorno.

Pedir el desmantelamiento de la infraestructura gasística existente no sería una idea descabellada, aunque no hay muchas probabilidades de que salga con éxito. Lo hecho, hecho está, pero vamos a preservar lo que todavía nos queda de esta naturaleza inigualable, que es mucho, exigiendo la inmediata paralización del proyecto. La empresa, el Gobierno y la Junta de Andalucía, deben estudiar otras alternativas que no pongan en riesgo un espacio natural tan importante. Doñana es una joya que debemos guardar bajo llave.
José Antonio Mayo Abargues