20 febrero, 2013

QUIZÁS MUNICIÓN DE “EL MONARCA” O TAL VEZ DE “EL RAYO”

Hace unos días mi amigo Ernesto nos comentó –Tengo una cosa en la taberna (todo un museo) que os  va a gustar. Pasad por allí- Como siempre tenía razón. Cuando el Capitán Salitre puso la bala de cañón en mis manos,  la imaginé en la cubierta del barco, apilada entre otras muchas formando una pirámide, lista para hacer daño al enemigo. Aunque no es explosiva se cargaba directamente al marinero o hacía saltar astillas  que, incrustadas en su cuerpo, le producirían mucho daño. El entretenimiento más común de los médicos de abordo allá por el siglo dieciocho o diecinueve consistía en extraerle a la tripulación trozos de madera o tratar el escorbuto. Toda una bendición comer hígado de rata, ricos, al menos en vitamina C para evitar esta enfermedad que te dejaba sin dientes.

Supongo que cualquier entendido que haya visto la foto habrá pensado que menuda barbaridad y no precisamente por el tamaño de esa bala que pesa sobre un kilo y medio, sino porque jamás se debe poner nada metálico al lado de un compás, dado que se produce una desviación magnética que incluso puede cargarse la brújula, cuestión muy practicada por los que pretendían amotinarse, para desennortar al capitán, pero solo ha sido un segundo y por cuestiones de estética.

Como de costumbre ahora vienen las elucubraciones. La bala fue extraída por la draga en la zona que reposa el pecio de “El Monarca” navío de 74 cañones, que se hundió en la batalla de Trafalgar después de ser incendiado por los ingleses para impedir su posterior uso. Se supone que está entre Cuesta Maneli y Torre del Loro, aunque también pudiera pertenecer al navío “El Rayo”, de 100 cañones que descansa a poca profundidad, a unos trescientos metros de la orilla en la bajamar de la playa de Castilla, ubicada entre Cuesta Maneli y Matalascañas. Sobre este tema José Antonio Mayo, responsable de esta página tiene muchos más conocimientos  y  en numerosas ocasiones ha hecho referencia a ambos e incluso visitado en zódiac el lugar donde fue descubierto el último por el Dr. Claudio Lozano. Nosotros nos hemos limitado a sopesar en nuestras manos un trozo de historia y un mucho de imaginación.
Federico Soubrier García.