13 enero, 2013

JEROGLÍFICO DE LA MAR

En su día me di cuenta de que algunas formas de color parduzco que aparecen en la orilla, similares a una piedra, no son tales, sino piezas de hierro oxidadas por su permanencia en la mar. A veces he llevado alguna a casa, partiéndola con un martillo, y cómo no, he encontrado tornillos en su interior, o tuercas, incluso hasta una navaja, que seguramente a algún pescador se le caería desde la barca.
En esta ocasión ha sido un tanto diferente. Quizás la mar ha querido plantearnos un jeroglífico para entretenerse un rato. Paseando como de costumbre por la playa de Mazagón encontramos una especie de piedra que nos llamó la atención, tal vez por un diseño un tanto granítico, por sus puntos más oscuros o por parecer que estaba estratificada en al menos cinco capas. Sus dimensiones serían de unos quince centímetros de largo, por tres de ancho y otros tres de alto. Por supuesto nos la llevamos, llamándonos la atención el que en una de sus caras parecía que tenía algunos adornos ovalados.
Tras un enjuague con agua dulce, se la enseñamos a nuestro amigo Manolo con experiencia en la construcción. Le encontró cierto parecido con piedras que utilizan los marmolistas para pulir. Incluso a Javier le recordó a los compactos de tetrabrick que transporta en el camión. Después, una atrevida amiga raspó con una cuchara las piedrecitas de adorno, apareciendo trozos de plomo. Más tarde al secarse, quedó claro que no era roca, sino una especie de esparto, que se seccionó y dejó ver que el plomo estaba incrustado a modo de balas en una cartuchera de cordel.
Consultamos a Ernesto, hombre de la mar, a un amigo arquitecto y a otros más, pero nadie había visto algo similar. Hablé con un marinero de Isla, de setenta y cinco años de edad y me comento que el sistema le resultaba familiar, parecido al que se usaba en las artes a principios de este siglo, específicamente en las almadrabas pero que físicamente, ningún parecido.
Buscando en internet encontramos cabos para redes que tienen el alma de plomo, cubiertos por nylon o poliéster, para la mar o para cuestiones de hípica. Quiero creer que la pieza procede de maromas emplomadas, utilizadas hace cientos de años para dar fondo a  paños de red. Quién sabe si en esta página alguien adivinará lo que es.
Estas mismas fotos se las envío a mi amigo, casi hermano, José Antonio Teba, responsable de un Servicio de Arqueología de la Junta de Andalucía. En el caso de no encontrar respuesta, acercaremos la pieza al museo, pero en tanto nos contestan, es todo un placer hacer cábalas sobre si puede ser fenicia o romana, o quizás nada de nada, tan solo otra broma de la mar.
Federico Soubrier García.