12 agosto, 2012

ENTRE EMBRUJOS, FANTASMAS E IMAGINACIÓN.

Al pasar por ella, nos habíamos dado cuenta de su deterioro y habíamos elucubrado sobre los problemas que causan las herencias, a la vez que la rapiña se ceba en todo lo abandonado.

Con quizás poca sorpresa de nuevo, estuvimos inmersos en una de estas conversaciones que te llaman la atención, te provocan una sonrisa y cierta preocupación. El chaval de doce años contaba la tensión que pasaron cuando varios amigos se acercaron a la “casa embrujada” como ellos la llaman, rumor a día de hoy extendido entre la chiquillería de Mazagón. Su madre y buena amiga nuestra comentaba que la mitad del relato sería inventado, que ni había pozo ni sofás en el interior, que el chico desbordaba imaginación.

¿Quién no se ha acercado en una negra noche con el coche o la moto y varios amigos instigadores hasta la puerta de un cementerio para comprobar que los fuegos fatuos existen? Con más miedo que otra cosa, te aproximabas, primero despacio por la indecisión y después rápido por el miedo, tocabas la reja y salías “echando leches”, menuda locura la edad. Sé que en ocasiones la broma ha sido dejar al que toca la reja e irse con el coche para más tarde volver y encontrarlo pálido y cabreado.

La sensación de este tipo de terror fue equiparable a una noche en la que tres amigos nos dirigimos a un pueblo fantasma de la sierra de Huelva (creo recordar “El Mustio”) para desafiar el miedo y ciertamente gano él. Crónicas inolvidables, pero a la postre divertidas de unos dieciséis o diecisiete años en los que el peligro y la locura no tienen medidas.

Quizás demasiadas películas, tanto de personajes reales como de dibujos animados, pero en este caso es que los críos de aquí se acercan haciendo un acto de valentía cuando la noche cae y entran, ya que se han llevado toda la valla, tanto ladrillos como alambrada y el acceso no tiene dificultad alguna, con el fin de tocar la puerta y poner pies en polvorosa con una imaginaria medalla de valentía, desafiando espectros y brujerías.

He estado por la casa y de momento no me parece que ofrezca demasiado peligro, pero no hay que ser muy futurólogo para deducir que los cristales de las ventanas también caerán pronto y ya será otra cosa.

Los chicos están entretenidos y demostrando sus arrestos. Lo que me llama la atención es que en un sitio tan abandonado crezcan algunas flores, sin una sola gota de agua ¿tal vez Eloísa duerme debajo del almendro?

Siempre he sabido que los fantasmas están fuera y nunca dentro, demasiados años para que me engañen y una pena haber perdido aquella excitación.
Federico Soubrier.