23 septiembre, 2009

La difícil convivencia con las amenazas

Los peligros sobre Doñana se multiplican. Vertidos, extracciones hídricas ilegales, venenos... Una lucha sin cuartel para mantener intacta esta joya de la naturaleza
FUENTE: EL PAÍS
Manchas de petróleo en las playas de Doñana, un lince atropellado en la carretera Almonte-Matalascañas, tres águilas imperiales muertas por envenenamiento y denuncias de cambio de uso ilegal de terrenos forestales a cultivos de regadío. Dentro del espacio protegido más emblemático de España desean que pase este verano de pesadilla y las aguas vuelvan a su cauce. Pero hasta esto último también provoca dolores de cabeza, ya que por encima de todo estamos en un humedal, y el uso indebido del agua del acuífero asusta a gestores, científicos y conservacionistas.
Entre finales de julio y principios de agosto, manchas de petróleo procedentes del vertido del buque SCF Caucasus en la refinería del puerto de La Rábida (Huelva), ensuciaron parte de la costa de Doñana. El accidente no derivó en una catástrofe ambiental, pero sí fue un aviso. De hecho, Ecologistas en Acción, SEO/BirdLife y WWF-España advierten de que este tipo de accidentes se pueden generalizar e ir a más si se consolida la ampliación de la refinería de Cepsa y, sobre todo, si se construye el oleoducto que unirá este punto con una nueva refinería en Badajoz, la de Balboa, ampliamente contestada desde el movimiento ecologista y vecinal. Según las asociaciones defensoras de la naturaleza, "el abastecimiento de la refinería de Santos de Maimona [Badajoz] requerirá 100 petroleros al año, lo que supone un riesgo totalmente inasumible para un espacio tan emblemático, ya que multiplicaría por cuatro los posibilidades de que se produzcan mareas negras". Como medida de prevención, otra organización, Oceana, presentó una propuesta inicial para delimitar un área de conservación marina de la costa oriental del golfo de Cádiz. En ella se propone la ampliación de la zona protegida de Doñana desde los escasos dos kilómetros actuales mar adentro hasta una franja costera que oscilaría entre los ocho y los 13 kilómetros y que abarcaría desde Mazagón hasta Rota, triplicando la longitud actual.
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