22 junio, 2013

Un simple cambio de vocales

ANÉCDOTAS DE MAZAGÓN
Una señora de una institución cultural americana vino a Huelva hace algunos años a visitar los lugares colombinos. Uno de los encargados de enseñarle esos lugares fue un vecino de Mazagón muy conocido por todos nosotros, al que vamos a llamar Pérez para no desvelar su verdadera identidad.

Pues bien, lo primero que hizo nuestro amigo Pérez fue traer a esta señora a Mazagón, como preámbulo a las posteriores visitas a los lugares colombinos que comenzarían al día siguiente por el Monasterio de La Rábida. Pérez la llevó a la Calle del Negro, concretamente al “Bar Casa Ginés”, un bar que es toda una institución en esta localidad. Era fin de semana y huelga decir cómo se encontraba la terraza y el interior del establecimiento. La señora observaba con cierto grado de asombro a los clientes que departían en un ambiente festivo, con las gesticulaciones y la locuacidad propia de la cultura andaluza. Se hicieron un hueco en la barra como pudieron y pidieron dos vinos, brindaron, y Pérez se llevó el vaso a la boca agotando el vino de dos tragos; ella, que lo había estado observando, lo imitó bebiendo incluso más rápido que él. «Aquí bebéis el vino como si fuera tequila», dijo con esa simpática pronunciación fonética del americano cuando habla nuestro idioma. «Sí, chiquilla, esto se bebe rápido», respondió él, al tiempo que dijo: «¡Ginés, llena esto!»

Las rondas se fueron sucediendo una tras otra, acompañadas solamente de altramuces, aceitunas y cacahuetes. Pérez estaba acostumbrado a asimilar el alcohol, pero la señora americana, que seguía bebiendo al ritmo de él, se encontraba ya algo piripi y le estaba provocando un convulsivo movimiento del diafragma que le producía una respiración interrumpida y violenta; es decir, ese molesto hipo que delata nuestro estado de embriaguez.

La señora se quedó mirando a los jamones que cuelgan sobre la barra del bar y dijo, con una voz entrecortada e ininteligible: «Mi gusta mucho jamón». Pérez, con esa sonrisa desmesurada que a veces nos da el alcohol, respondió: «Es que eso le gusta hasta los muertos, chiquilla. Lo mejor que tenemos en Huelva es el jamón y las gambas». Ella, con una voz estropajosa intentó articular una frase que vino a decir más o menos que había probado las gambas en la Feria de Sevilla y que le habían encantado. Después dijo lo siguiente: «Mi también gusta mucho el coño de lama». Pérez se quedó pasmado, pero rápidamente reaccionó y dijo: «¿No será caña de lomo?» «Oh, yes, caña de lomo», dijo ella, luciendo unos llamativos coloretes en sus mejillas.


José Antonio Mayo Abargues