03 enero, 2010

EL CAPITÁN DEL SARASTONE INTENTÓ EMBARRANCAR EN LA PLAYA DE MAZAGÓN

MAZAGÓN EN LA II GUERRA MUNDIAL


EL CAPITÁN DEL SARASTONE INTENTÓ EMBARRANCAR EN LA PLAYA DE MAZAGÓN

Un moguereño fue el encargado de sacar al Sarastone desde el muelle hasta la Barra

Por haber comerciado con puertos rojos del norte de España durante la guerra civil, el Sarastone, un mercante británico, había sido incluido por los vencedores en la llamada «lista negra» El Sarastone fue hundido por un avión alemán el 29 de octubre de 1941

El moguereño Pelayo Infantes Martínez, práctico del puerto de Huelva, fue el encargado de sacar al buque Sarastone desde el muelle de Tharsis, hasta la boca de la Barra, donde fue bombardeado por un avión alemán. El Sarastone era un mercante de mediano tonelaje con cuatro bodegas, dos delante y dos detrás, con la sala de máquinas y el puente de mando en el centro.


UN TRABAJO DE ESPIONAJE

Cuando el Sarastone zarpó del puerto de Huelva, el telegrafista del mercante italiano Gaeta, barco espía fondeado en la isla de Bacuta, se encerró en la sala de radio y transmitió su salida.
Adolfo Claus Kindt, jefe del servicio secreto militar alemán (Abwehr) en Huelva fue el responsable de las acciones de espionaje, contraespionaje y sabotaje contra los intereses británicos. Su hermano Luis Claus, informaba sobre el movimiento de los buques aliados. Adolfo Claus tenía en Huelva una amplia red de colaboradores a su servicio, principalmente personas vinculadas al puerto: empleados, estibadores, boteros, telefonistas, marineros, carabineros y guardas, provisionistas, etc.

Adolfo Clauss Kindt, jefe del servicio secreto militar alemán (Abwehr) en Huelva.
Esta red de espionaje contaba con un reducido y selecto grupo de falangistas onubenses que constituían un núcleo muy activo. Uno de estos agentes era Miguel Garzón, telefonista del puerto, el enlace y hombre de confianza de Adolfo Claus en el tema portuario. Miguel Garzón Castaño trabajaba en los altos de las oficinas de la comisaría del puerto, allí estaba el cuarto de los guardas y la habitación aparte de la centralita telefónica para la Barra y zona interior del puerto. Mediante un teléfono de manubrio y a través de una línea interior, Garzón mantenía contacto con el vigía de la Barra que le transmitía los partes de incidencias habidas, entradas y salida de los barcos, tiempo atmosférico, estado de la mar, etc.



Casa del Vigía

Adolfo Claus mantenía además otro lugar de contacto con sus colaboradores, el “Bar La Palma”, en la Avenida de Italia esquina a la calle Miguel Redondo, frente a la estación del tren. Allí, en un reservado del local se reunía muy temprano, a las seis de la mañana nada más abrir, con un grupo de personas generalmente marineros y estibadores del puerto, para darles directrices e instrucciones
La embajada británica hizo saber al Ministerio español de Asustos Exteriores, que el ataque fue un plan cuidadosamente premeditado, en el que estaban en complot el Cuartel General del Aire alemán, agentes alemanes en Huelva y el mercante espía Gaeta.


EL ATAQUE SE PRODUJO CUANDO EL PRÁCTICO ABANDONÓ EL BARCO

Pelayo condujo al Sarastone hasta la entrada misma de la Barra, allí abandonó el barco y fue recogido por la canoa de los prácticos. No hizo la canoa más que distanciarse unos 300 m. del costado del buque, cuando sobre el cielo surgió el avión alemán. Los artilleros del Sarastone no tuvieron tiempo de reaccionar. Dos bombas cayeron entre el palo de proa y el puente de mando, en la bodega nº 2, sacudiendo el barco de proa a popa. En pocos segundos llamas y nubes de humo brotaron de las escotillas alcanzando una altura espectacular. El capitán desde el puente vio como el costado del mercante se desgarraba y empezaba a partirse por delante del puente de mando. La bodega nº 2 hacía agua. Sabía que no llegaría muy lejos, aún así trató de virar y poner rumbo a la costa en un intento de embarrancar en la cercana playa de Mazagón, pero no lo consiguió. El puente era ya un infierno llameante y el agua empezó a penetrar por todos lados, así que ordenó arriar los botes y desalojar el buque. Quince minutos duró la agonía del Sarastone. De los veintitrés marineros y seis artilleros que componían la dotación del buque, hubo que lamentar un desaparecido –el jefe de máquinas- y tres heridos. Todos los pesqueros que faenaban en las proximidades o regresaban a puerto empezaron a encender sus luces y a tocar las sirenas. Dos de ellos, Dos Hermanos y Teresa, que se aproximaban hacia la boca de la Barra, recogieron a los náufragos y los desembarcaron en Huelva.

Los restos del Sarastone siguen hundidos a la entrada de la Barra, en 37° 05' 10" N - 6° 48' 30" W.

Fotografías y texto extraído del libro Espías y neutrales: Huelva en la II Guerra Mundial, de Jesús Ramírez Copeiro del Villar
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