13 mayo, 2018

Carmen Ramírez expone una particularísima versión de su Carmina burana en la Casa Museo de Venezuela en Beas

Carmina burana, de Carmen Ramírez: el gozo por el amor y la naturaleza.

José Luis Gozálvez

                                                               El alegre rostro de la primavera al mundo se ofrece;
                                               la crudeza invernal,
                                               vencida, ya huye.

                                               Fragmento de «Veris leta facies», Carmina Burana
                          

Carmen Ramírez expone una particularísima versión de su Carmina burana en la Casa Museo de Venezuela en Beas. La muestra plástica se subtitula Caos Femenino, que tal vez de lugar a equívocos para quienes no visiten la muestra o no conozcan a Carmen.

Pinturas, esculturas y collages rebozan una vitalidad asombrosa. La alusión al caos, a la confusión y el desorden femenino no deja de ser una parábola llena de ironía y profundo sentido del humor. Algunas de sus obras se me antojan un monumental corte de mangas a ese vacío «eterno femenino», el conjunto de caracteres supuestamente permanentes e inmutables de la psicología femenina.

Y si alguna vez tal caos rozó a esta artista, en algún momento tuvo el coraje de arrojarlo a un fuego de sarmientos y a partir de este fulgor surgió esta obra.

Su plástica al igual que la cantata escénica Carmina burana, de Carl Orff, muestra el gozo por vivir, el gusto por los placeres terrenales, por el amor carnal y por el goce de la naturaleza, aunque no falta la crítica satírica, en la selección de Orff, a los estamentos sociales y eclesiásticos medievales; a la hipocresía y las falsas apariencias de nuestro tiempo, en la obra de Carmen. Ambas, sin duda, buscan una visión contrapuesta a las que han dominado las formas sociales y culturales desde la Edad Media a nuestros días.

Carmen acierta. Las mujeres son el arma cargada de más futuro y, por supuesto, de más presente. Esta artista tiene un don especial que le permite anticiparse a uno de los más altos objetivos humanos: vivir en plenitud.
Carmen Ramírez, en en centro de la foto.