14 mayo, 2019

El centenario de Piedra y cielo protagonista de la Pieza del Mes en la casa-museo Zenobia-Juan Ramón


El 12 de mayo se cumplió el centenario de la edición de Piedra y cielo, una de las obras más significativas de Juan Ramón en la que el Nobel continúa con ese afán de pureza que supone uno de los rasgos de su etapa de madurez. En la casa-museo pueden admirarse distintos originales de los poemas y la primera edición del libro entre otros interesantes materiales.

El poeta moguereño escribió Piedra y cielo entre 1917 y 1918 y, aunque el libro no salió de la imprenta Fortanet de Madrid hasta el 12 de mayo de 1919, algunos de sus 119 poemas llegaron al gran público a través del diario “El Sol” que anticipó el 11 de agosto de 1918 seis poemas del libro, y volvió a reproducir en sus páginas siete más unos días después de su distribución.

Juan Ramón dedicó «Piedra y Cielo» a uno de sus mejores amigos de ese tiempo como fue el gran José Ortega y Gasset, «voluble en lo permanente», cuyas ideas estaban ejerciendo durante esos años una gran influencia sobre el pensamiento del poeta.

Vitrina expositora

Dividido en tres partes de diferente extensión, Piedra y cielo es tan significativo como Eternidades en la evolución de la sensibilidad del poeta y ocupa, por tanto, un puesto decisivo en su recién estrenada etapa de madurez en la que Juan Ramón tiende a un único objetivo: trascender la realidad visible y sumergirnos en la conciencia de la perfecta belleza a través de imágenes, símbolos, metáforas, circunstancias vitales y sensaciones cromáticas que transfiguran la esencia de esa realidad y nos sumen en un mundo nuevo, presidido por un exquisito afán de pureza, donde la anécdota ha desaparecido.

Aunque mantiene el mismo tono y casi los mismos asuntos que su predecesor -no en vano había anunciado Juan Ramón a Federico de Onís: «es un nuevo libro de versos que continúa en cierto modo el espíritu y la forma de Eternidades»-, abundan en Piedra y cielo las reflexiones sobre su propia poesía y sobre sí mismo como poeta.

Nos encontramos por tanto ante un  libro de clara proyección estética sustentada por la poesía de la palabra justa, desnuda y esencial, en el que el poeta intenta tener con la belleza abstracta la relación íntima y apasionada que como hombre tiene con la mujer.

Piedra y cielo se ha traducido a multitud de idiomas, por ello en la vitrina expositora que ocupa estos días un lugar de privilegio en el recorrido museográfico por la casa-museo, podemos ver junto a la primera edición de la obra y a distintos originales de los poemas que la integran, también ediciones en japonés, alemán, sueco o francés de esta obra ya centenaria con la que Juan Ramón sigue construyendo su extraordinario universo poético en busca de la esencia misma de la palabra.