28 junio, 2008

MAZAGÓN EN LA II GUERRA MUNDIAL



MAZAGÓN EN LA II GUERRA MUNDIAL
DOS MERCANTES BOMBARDEADOS A UNA MILLA DE MAZAGÓN
Extraído del libro Huelva en la II Guerra Mundial, de Jesús Ramírez Copeiro
El buque británico Sarastone de 2.473 Tm, matrícula de Llanely (Gales) y armador Stone & Rolfe Steamships Lid., era asiduo cliente del puerto onubense. En diversas ocasiones había cargado mineral en los muelles de Tharsís y Ríotinto, pero por haber comerciado con puertos rojos del norte de España durante la guerra civil, había sido incluido por los vencedores en la llamada «lista negra», no pudiendo traficar durante un tiempo con ningún puerto español. No sólo fue el Sarastone, más de un centenar de buques figuraron en la «lista negra»; a unos como el Hester le denegaron permiso para cargar en los muelles onubenses y a otros como el Marargan Ábbey q el Melville rehusaron concederles el despacho para Huelva. Por fin, el 6 de Marzo 1940 quedaron borrados noventa y cuatro barcos ingleses de la «lista negra», entre ellos el Sarastone.
El Barón Newlands de 3.386 Tm, matricula de Ardrossan (Escocia) y armador Hogi ShfppingCo. Lid no era muy conocido en Huelva, tan sólo una vez durante la guerra civil (22 de octubre de 1937) había cargado en el muelle de Tharsis. Ambos buques, Sarastone y Baron Newlansds, iban a ser protagonistas, muy a pesar suyo, de un grave incidente ocurrido a la salida de la Barra del puerto onubense, en aguas jurisdiccionales españolas con violación además del espacio aéreo. Todo ello producto de un plan cuidadosamente elaborado y planificado en Huelva por los servicios secretos del Abwehr (servicio de información alemán), en colaboración con miembros del servicio de información italiano y ejecutado por el Cuartel General del Aire Alemán. El resultado fue el bombardeo de ambos buques británicos por un avión alemán y el consiguiente hundimiento del mercante Sarastone, el 29 de octubre de 1941. Veamos como se desarrollaron los hechos a partir principalmente de las notas de protesta enviadas por la embajada británica al ministro español de Asuntos Exteriores, los días 30 de octubre, 18 de noviembre, 15, 24 y 30 de diciembre de 1941, y 7 de enero de 1942, basadas en los informes de los capitanes de ambos buques y en los del vicecónsul británico en Huelva, notas recogidas en los archivos diplomáticos españoles del Ministerio de Asuntos Exteriores y en los archivos diplomáticos británicos del Public Record Office:
El 28 de octubre de 1941 el vapor Sarastone iniciaba a las diez menos cuarto de la mañana la carga de mineral en el embarcadero oeste del muelle de la Tharsis company, finalizando a la siete de la tarde del día siguiente. La carga consistía en 3.834.740 Kg de pirita en polvo crudo de 12 mm y su destino era Glasgow. El mismo día, en el muelle de la Riotinto Company cargaba el Baron Newlands, finalizando asimismo el día 29; la carga contenía 5.011.020 Kg de pirita y su destino era el puerto de Ardrossan, también en Escocia.
El Sarastone permaneció un par de horas calentando calderas. A las nueve y media de la noche del día 29 salía del muelle de Tharsis hacia la desembocadura de la ría. Su capitán John Herbert - nacido en Dublín en 1900 y con título de navegación obtenido en la capital irlandesa en 1934 - conocía bien el puerto onubense, no en vano era la cuarta vez que lo visitaba desde el inicio del conflicto mundial. En cambio John Steven, capitán del Barón Newlands - nacido en GÍasgow en 1894 y con título de navegación expedido en la misma ciudad en 1924 - no había cargado nunca en Huelva. Steven salió con su buque del muelle de Riotinto a las diez de la noche, siguiendo al Sarastone.
Al pasar frente al antiguo puerto pesquero, ambos buques observaron una señal pirotécnica verde, que al capitán Herbert le pareció una luz Verey y al capitán Steven un cohete luminoso. A la altura de la Punta del Sebo, los tripulantes del Barón Newlands oyeron por primera vez el zumbido de un avión que volaba a escasa altura a lo largo de la orilla sur de la ría del Tinto; en ese mismo instante todos los oficiales, así como el práctico español que se encontraba a bordo, vieron como el vapor italiano Gaeta, anclado cerca de la Punta del Sebo, hacía señales al avión con una lámpara Morse. Era noche de luna clara, el capitán Steven pudo observar el avión - sin luces de navegación - dirigirse a lo largo de la ría del Odiel; pensó que podría tratarse de un bombardero alemán, así que puso el barco en alerta y mandó a los artilleros a sus puestos.
BOMBARDEO DEL SARASTONE
A su vez el capitán del Sarastone, que navegaba en primera posición, observó al avión a medio camino entre la ría del Tinto y la caseta de los prácticos, viendo como cruzaba la orilla este y se dirigía aparentemente tierra adentro para girar hacia el sur cerca del Faro del Picacho. Por precaución mantuvo lista la artillería. No se divisaba ninguna lancha en la estación de los prácticos, así que el Sarastone siguió navegando con el práctico a bordo en dirección a la Barra, esperando que la lancha que debía recogerle, le siguiera. El práctico abandonó el buque en la Barra a las 23,40 h. Cinco minutos más tarde, estando el Sarastone todavía parado a sólo milla y media de la costa de Mazagón, el capitán vio que el avión volvía a acercarse desde el norte a una altura de unos 150 pies (45 m aproximadamente). Casi inmediatamente después se produjo a bordo una tremenda explosión seguida de un incendio. El avión dio dos o tres vuel­tas por encima del barco sin realizar ningún otro ataque. La artillería del buque - un cañón y dos ametralladoras Hotchkiss - no tuvo tiempo de reaccionar. El Sarastone había sido alcanza­do en el costado de babor, en la proximidad de la bodega no 2, justo delante del puente de mando, y el buque se hundió en quince minutos. Hubo que lamentar la desaparición del jefe de máquinas, Thomas A. Russell, que se hallaba en la sala de máquinas en el momento de produ­cirse el ataque, y que no pudo ser rescatado debido al apagón de luz producido y a los enormes daños causados por la explosión. Los restantes tripulantes abandonaron el buque en uno de los botes y en balsas, siendo recogidos por dos pesqueros españoles y conducidos al muelle de Huelva. Tres marineros resultaron también heridos: W. Bishop, C. Wills y J. Keating, que fueron internados en un hospital de la ciudad. Los náufragos fueron recibidos y atendidos por el vicecónsul Francis Haselden, acompañado de Albert Shutte y Robert Sinclair, de la Riotinto y Tharsis Company, respectivamente.




BOMBARDEO DEL BARÓN NEWLANDS
¿Qué había pasado mientras tanto con el segundo barco? El Barón Newlands quedó a la espera, delante mismo de la entrada del Canal del Padre Santo, a que la lancha con el práctico del Sarastone recogiera también a su propio práctico. Minutos después de realizada la opera­ción, el capitán Steven presenció el ataque al Sarastone y viendo que pesqueros onubenses acudían en su socorro, viró y enfiló hacia la entrada del canal con objeto de volver a entrar en la ría del Odiel y regresar a puerto. Mientras tanto el avión, que se había mantenido a la espera de que el Barón Newlands saliera del canal, volvió y le atacó con bombas altamente explosivas a 1,4 millas al sur del Faro del Picacho. El buque británico respondió con sus ametralladoras antiaéreas Hotchkiss y Marlins, volviendo el avión a realizar un segundo ataque con ametralladoras y fuego de cañón. Afortunadamente, el Barón Newlands logró escapar en dirección al puerto onubense sin daños ni pérdidas humanas.
PROTESTA DE LA EMBAJADA ANTE EL MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES
El 30 de Octubre de 1941 el comandante militar de Marina de Huelva, Celestino Hernán­dez, comunicaba telefónicamente al almirante jefe del E.M. de la Armada sobre el hundimien­to del Sarastone, afirmando que el bombardeo se había realizado en aguas territoriales españolas, dentro de las tres millas. El mismo día, el vicecónsul británico Haselden informaba a su emba­jada en Madrid y ésta a su vez protestaba enérgicamente ante el Ministerio de Asuntos Exterio­res por la agresión a sus dos buques en aguas territoriales españolas y pedía que se investigara el incidente y se la informara del resultado. El día 31, el comandante Hernández ampliaba detalles: al Sarastone le había acertado una bomba en la bodega no 2 y al Barón Newlands le arrojaron dos bombas sin resultado. El 3 de Noviembre, en escrito calificado como «reserva­do», el almirante jefe de la Armada ratificaba al subsecretario de Asuntos Exteriores que el ataque se había efectuado dentro de aguas jurisdiccionales y que el vapor Sarastone se hallaba hundido a unas dos millas de la Barra de Huelva.


CASA DEL VIGÍA
RECOPILACIÓN DE DATOS
Podemos completar la descripción del ataque aéreo a los dos barcos británicos con los datos aportados por personas que en esos años vivían en Huelva o estuvieron ligadas al puerto: El Sarastone era un mercante de mediano tonelaje, tipo Liberty aunque más pequeño, de cua­tro bodegas, dos delante y dos detrás, con la sala de máquinas y el puente de mando en el centro. El práctico del puerto que sacaba el buque desde el muelle de Tharsís hasta la boca misma de la Barra, era el moguereño Pelayo Infantes Martínez. Pelayo condujo al Sarastone hasta la entrada misma de la Barra, allí abandonó el barco y fue recogido por la canoa de los prácticos - provista de sus luces reglamentarias - en la que iba como patrón y motorista el cartayés Pedro Macías Martín, llevando como marinero ayudante a su convecino Fernando Hurtado". No hizo la canoa más que distanciarse unos 300 m del costado del buque, yendo a recoger al práctico del otro mercante, cuando sobre el cielo surgió el avión alemán. Los artille­ros del Sarastone no tuvieron tiempo de reaccionar. Dos bombas cayeron entre el palo de proa y el puente de mando, en la bodega no 2, sacudiendo el barco de proa a popa. En pocos segun­dos llamas y nubes de humo brotaron de las escotillas alcanzando una altura espectacular. El capitán desde el puente vio como el costado del mercante se desgarraba y empezaba a partirse por delante del puente de mando. La bodega no 2 hacía agua. Sabía que no llegaría muy lejos, aun así trató de virar y poner rumbo a la costa en un intento de embarrancar en la cercana playa de Mazagón, pero no lo consiguió. El puente era ya un infierno llameante y el agua empezó a penetrar por todos lados, así que ordenó arriar los botes y desalojar el buque. Quince minutos duró la agonía del Sarastone. Los tripulantes se salvaron arriando los botes o saltando al agua. De los veintitrés marineros y seis artilleros navales que componían la dotación del bu­que, hubo que lamentar un desaparecido - el jefe de máquinas - y tres heridos. Todos los pesqueros grandes y chicos que faenaban en las proximidades o regresaban a puerto, empeza­ron a encender sus luces y a tocar las sirenas. Dos de ellos. Dos Hermanos y Teresa, que se aproximaban hacia la boca de la Barra, recogieron a los náufragos y los desembarcaron en Huelva, donde fueron asistidos por el vicecónsul Haselden.

El práctico que conducía el Barón Newlands era Jaime Rovira Male, que fue recogido en la Barra por la misma canoa que llevaba también a su compañero Pelayo Infantes. Desde la pe­queña embarcación ambos prácticos pudieron observar el ataque al Sarastone. Rovira no lo dudó, ordenó al motorista regresar al Barón Newlands, subió nuevamente a bordo y se encargó de dirigir la maniobra de volver a puerto. Fue durante la maniobra y fuera de la Barra - la poca anchura del canal impide dar la vuelta a un barco - cuando el avión alemán arremetió en distintas pasadas contra el mercante británico. Entre bombas, griterío y fuego de artillería antiaérea, conservando en todo momento la serenidad y la sangre fría, Rovira logró llevar el buque de nuevo al interior del canal, cesando el avión su ataque en ese instante, pues de haberlo hundido en la Barra hubiera bloqueado el tráfico marítimo del puerto onubense. Jaime Rovira demostró sin duda una gran profesionalidad y valentía, contribuyendo a salvar al Barón Newlands y a su tripulación.
Los heridos fueron atendidos y curados en la «Clínica Inglesa» del doctor Daniel García Carbonell, la antigua clínica Mackay y MacDonaId, en el Cabezo Viñas de San Pedro La tripulación fue alojada en fondas y pensiones, y la colonia inglesa repartió ropa y el dinero recogido en una colecta organizada por la esposa del vicecónsul Haselden. Poco tiempo per­manecieron en Huelva los náufragos del Sarastone; al tercer día salieron por carretera hacia Gibraltar, pasando por La Línea el 3 de Noviembre. Días después, aviones británicos arroja­ban coronas de flores en el lugar del hundimiento. Varias semanas más tarde la embajada británica, en nombre de su gobierno, pedía a te autoridades españolas que transmitiera su agradecimiento a los patronos y tripulantes de los dos pesqueros que habían rescatado a los náufragos del Sarastone.
ODIEL Y ABC DAN LA NOTICIA
El viernes 31 de Octubre, Odiel y ABC de Sevilla comunicaban el ataque aéreo sufrido por los dos mercantes y el hundimiento del Sarastone. Mientras que Odiel anunciaba en un titular: «El buque mercante inglés Sarastone hundido en el Atlántico», silenciando el lugar, ABC en noticia fechada y facilitada en la propia Huelva mencionaba curiosamente el sitio: «muy próximo a la Barra del puerto de Huelva», aunque eso sí, apostillando seguidamente, «fuera de las aguas jurisdiccionales españolas». La reseña aparecida en Odiel era de cualquier modo un asombroso hallazgo, no por lo que decía, sino por lo que callaba. No sería la última vez que ABC de Sevilla o Diario de Cádiz, con noticias procedentes de la mismísima agencia Efe en Huelva, facilitaban a sus lectores información más precisa que Odiel a los suyos.
El parte oficial de guerra del Cuartel General del Führer, de fecha 31 de Octubre, anuncia­ba: «En el Atlántico los aviones alemanes de gran radio de acción han hundido al NO. de Cádiz un mercante de 2.000 Tm y otro fue averiado por las bombas»,
Por impacto directo en la bodega no 2, el Sarastone sé hundió a la entrada de la Barra, en 37° 05' 10" N - 6° 48' 30" W, quedando en posición erguida sobre la quilla en el fondo de arena, en 52 pies de agua (16 m aproximadamente) y entre 1,5-2 millas de la costa de Mazagón, Aunque los restos del buque no entorpecían la navegación, se balizó el lugar del hundimiento con una boya luminosa denominada durante mucho tiempo: «Boya del Sarastone» o «Boya del barco perdido».
John Herbert, capitán del Sarastone, fue condecorado con la O.B.E. por servicios de gue­rra, no volviendo a navegar más. El hundimiento del buque había sido su segundo grave tropie­zo con el mismo. El primero había tenido lugar el 22 de Diciembre de 1940 al ser cañoneado por un submarino del Eje, en ruta desde Barry (Inglaterra) a Gibraltar, con cargamento de carbón. El Sarastone pudo entonces repeler el ataque con el cañón de popa y llegar al puerto de Lisboa sin sufrir daños.
John Steven continuó navegando en el Barón Newlands hasta el 9 de Enero de 1942, pasando a mandar el Barón Ügilvy, torpedeado y hundido el 29 de Septiembre de 1942, en ruta de Río de Janeiro a Freetown (Sierra Leona). Steven fue condecorado asimismo con la O.B. E. por su excelente comportamiento en Huelva. Posteriormente el vapor Barón Newlands, coman­dado esta vez por WiHiam Ewing, fue torpedeado el 16 de Marzo de 1942 por el sumergible alemán U-68, cuando transportaba mineral de manganeso desde Takoradi (Ghana) a Freetown, hundiéndose en 30 segundos y pereciendo la mitad de la tripulación,

EL HUNDIMIENTO DEL SARASTONE, UN COMPLOT URDIDO EN HUELVA.
En los meses siguientes al bombardeo de ambos buques en las proximidades de la Barra de Huelva, la embajada británica «empapeló» de fundadas quejas al Ministerio español de Asun­tos Exteriores. Mediante los informes detallados del vicecónsul Haselden, basados en las des­cripciones de capitanes y marineros, se pudo poner de manifiesto que la agresión no había sido debida al exceso de celo de un aviador aislado, sino como consecuencia de un plan cuidadosa­mente premeditado, dando lugar a actos contrarios a la neutralidad, tanto por los agentes ale­manes y sus colaboradores - que en Huelva ejercían sus actividades - como por parte del barco italiano Gaeta fondeado en aguas españolas, interviniendo además el Alto Mando alemán
El ataque del avión germano sólo podía haberse llevado a cabo en base a la información facilitada por agentes alemanes en contacto directo con personal portuario de Huelva, tanto por el hecho de que el avión apareciera sobre la Barra al poco tiempo de que los buques britá­nicos hubieran levado anclas, como por el hecho de que el ataque no se hiciera hasta que el práctico español hubiera abandonado el barco. La información habría incluido asimismo mo­vimientos exactos acerca del resto de los buques mercantes fondeados en la ría para no causar daños. La conspiración quedaba así probada, un complot bien urdido y preparado entre el Cuartel General del Aire alemán, agentes alemanes en Huelva y la participación del Gaeta dentro de un puerto español.
Al cabo de seis semanas de producirse el incidente, el gobierno británico seguía esperando una respuesta del gobierno español. Quería conocer el resultado de las investigaciones practi­cadas sobre la complicidad de las personas que en Huelva apoyaban las actividades bélicas de alemanes e italianos; saber si había existido una satisfacción por parte de los gobiernos alemán e italiano; y qué medidas habían sido tomadas en contra de los oficiales y tripulación del Gaeta por su complicidad e infracción de la neutralidad.
Como veremos, nada se hizo al respecto. Los agentes alemanes y sus colaboradores siguie­ron campeando a sus anchas por Huelva sin ser molestados y el Gaeta continuó siendo utiliza­do en labores de información y sabotaje. La «falsa neutralidad» española era un hecho evidente.

EL SARASTONE SIGUE HUNDIDO FRENTA A MAZAGÓN
DESGUACE DEL SARASTONE.
Nunca se realizaron intentos serios para rescatar al Sarastone y su carga, a pesar de que la Comandancia Militar de Marina convocara en Mayo de 1943 la celebración de una subasta pública para el salvamento de sus restos. El 21 de Febrero de 1959, hombres-rana llegados de Sevilla reconocieron el barco y el mineral de sus bodegas. Dos empleados del puerto onubense, Pepe Díaz y José Contreras, se asociaron para el desguace del buque, operación financiada por Mendiola, importante chatarrista de Madrid. Compraron en Sevilla el mercante Meani, un antiguo carguero de carbón provisto de buena bodega y en venta para su desguace como chata­rra; se alquiló una dragalina flotante del puerto hispalense, cuya cuchara sirvió para extraer el mineral; se contrataron los servicios de dos buzos sevillanos; y durante los meses estivales de 1959 se realizó la operación del rescate de sus restos. Después de extraer unas 2.000 Tm de pirita, se siguió con el desguace del buque. Primero los trozos rotos y sueltos que los buzos embragaron con grilletes y cables de acero, luego las grandes chapas utilizando sopletes mari­nos. Al final se pudo recuperar una tercera parte del barco. Rescatada así gran parte de la carga y vendido parle del buque como chatarra, el resto del mercante quedó allí, hundiéndose poco a poco en el fondo. Actualmente no hay restos visibles; el Sarastone quedó definitivamente en­terrado en la arena.