01 marzo, 2023

UN POLIZÓN EMPLUMADO EN MAZAGÓN

 Por Rafael R. Porrino

El pasado día 7 de octubre de 2022 iba conduciendo a la altura de Las Dunas cuando por el rabillo del ojo vi un ave caminando por el césped de la rotonda que me hizo sobresaltarme. Aparqué el coche rápidamente y me acerqué caminando hasta poder verla más de cerca; en ese momento no sabía lo que era, pero sí que se trataba de una especie exótica que ni siquiera formaba parte de las especies foráneas que suelen verse por España.

Tomé algunas fotos del pájaro -por lo demás, extremadamente confiado- y, tras consultar guías de aves y recabar la ayuda de algunos colegas que habitualmente visitan el continente americano, llegué a la conclusión de que se trataba de Quiscalus mexicanus, una especie conocida como Zanate mejicano.

El Zanate mejicano se distribuye por Centroamérica, el norte de Sudamérica y el sur de Norteamérica, coexistiendo en su amplia área de distribución con otras especies de Quiscalus. En términos generales puede decirse que es una especie habitual y originaria del Golfo de México, si bien se encuentra en proceso de expansión y está colonizando poco a poco otras áreas del continente americano, sobre todo en Estados Unidos.

Parte de su éxito como especie en expansión la tiene su variada dieta, pues es omnívoro y capaz de alimentase de un amplio espectro de componentes vegetales y animales.

La especie presenta un marcado dimorfismo sexual: las hembras son de color marrón pardo, mientas que los machos son de un color negro brillante con destellos azulados y verdosos, sobresaliendo en ellos su cola muy larga y con peculiar forma, y los ojos de color muy pálido. En sus zonas de origen es una especie gregaria, que con frecuencia mora en parques, jardines y entornos urbanos.

El zanate mejicano que tenemos en el entorno del aparcamiento y la rotonda de la playa de las Dunas es un macho adulto, aunque apareció sin apenas cola y con el plumaje con algunas deficiencias.

La pregunta que asalta a todo aquel pajarero que ve a este curioso vecino de Mazagón es ¿cómo ha llegado hasta aquí? Pues bien, no tenemos absoluta certeza en la repuesta a esta pregunta, pero hay que tener en cuenta que las poblaciones nativas de Quiscalus mexicanus son de carácter residente, no siendo una especie que realice migraciones relevantes. Tampoco es, al parecer, una especie que pueda retenerse fácilmente en cautividad, ni es un ave habitual en el mercado de especies exóticas (ni legal, ni ilegal) en Europa.

Por todo ello, la hipótesis más plausible es que se trate de lo que en términos ornitológicos oficiosos se denomina un ave “ship-assisted”: un ejemplar que -por el motivo que sea- acabó posada o recluida en un barco cuando este abandonaba o comenzaba a alejarse de su zona de origen, y que de ese modo se vio envuelta en una travesía involuntaria (y, si se quiere, artificial) transoceánica, hasta que sintió la proximidad de una nueva costa allende los mares, procediendo entonces a abandonar el barco para tocar tierra.

Esta posibilidad es la más factible, pues como es sabido hay gran trasiego en la actualidad de buques (petroleros, gaseros, cargueros, quimiqueros, etc.) entre puertos no europeos -entre ellos, americanos- y el puerto de Huelva; así, si este Zanate venía en uno de estos barcos, por ejemplo en un buque quimiquero salido de Texas o en un carguero de cereal originario de México, la porción de tierra más cercana que tuvo al arribar fue la playa de Las Dunas, a la que el pájaro habría podido cruzar volando fácilmente justo cuando el buque giró el espigón para enfilar el Canal del Padre Santo e internarse en la Ría.

El Zanate mejicano de Las Dunas aún sigue entre nosotros a la fecha de publicación de este artículo, casi cinco meses después de su llegada. Ha sabido adaptarse bien a su nuevo entorno, se le ve alimentándose de lagartijas, hormigas, escarabajos, semillas, e incluso de restos de comida de las autocaravanas que suelen estacionar en el aparcamiento, así como de desperdicios de los contenedores. Su plumaje, que al principio estaba algo deteriorado, se ha recuperado por completo y luce un tono brillante, a la par que su cola ha vuelto a crecer.

Suele verse a lo largo del todo el día, aunque es por las tardes cando suele pasar más tiempo posado en los tejados y antenas de la zona, acicalándose y emitiendo los extraños sonidos y voces típicos de su especie.

En tanto que perteneciente a una especie exótica, de potencial invasor, y cuya llegada a buen seguro no ha sido natural, este pájaro no deja de ser una simple anécdota en la avifauna de Mazagón, si bien resulta muy curioso de observar, y de hecho ha atraído ya las visitas de un buen puñado de ornitólogos a nuestro pueblo para disfrutar de su presencia. No en vano, parece ser el único ejemplar de su especie presente en territorio europeo en estos momentos.