23 marzo, 2022

Presentación del Cuaderno Juanramoniano núm.3

Los último meses de Juanito Ramón, sobrino y ahijado del poeta 

Jueves 24 de marzo a las 18:00h 

Con el presente  trabajo se persigue poner en valor la figura de un familiar poco conocido pero muy importante para los Jiménez, su sobrino y ahijado Juan Ramón Jiménez Bayo y sobre todo narrar los últimos meses de su vida en los que combatió en el frente nacional y finamente falleció. La historia sus últimos meses de vida se ha podido reconstruir a partir de la documentación donada por Doña Carmen Hernández Pinzón  a  la Casa Museo, donde conserva un importante volumen de material  hasta ahora inédito.

El 24 de marzo de 1915 Ignacia,  esposa de Eustaquio, hermano de JRJ, alumbró a su único hijo, Juanito Ramón, a quien se le puso ese nombre en honor de su tío el poeta, quien lo apadrinó. A la edad de 4 años, muere su madre. Durante mucho tiempo, Juanito Ramón creyó inocentemente que su abuela, doña Pura, era su madre, y eso hizo que tuviera una infancia muy feliz, pese a su orfandad.

Cuando Zenobia y Juan Ramón pasaban breves temporadas en Moguer, solían dedicar los jueves por la tarde y los fines de semana a sus sobrinos Juanito Ramón y Francisco Hernández-Pinzón, este último hijo de Victoria, hermana del poeta, aprovechando los días que no tenían colegio.  Solían viajar a Trigueros -para ver el dolmen de Soto-, Niebla, Huelva y Sevilla, y con mucha frecuencia a Fuentepiña, pero sobre todo a La Rábida, uno de los lugares predilectos del poeta, donde los chicos disfrutaban del campo, del río y de las bellísimas puestas de sol. Daniel Vázquez Díaz, que comenzaba a pintar en los muros del monasterio de la Rábida.


            La última semana de diciembre de 1932 sale de las prensas de la editorial Signo una nueva obra del poeta: una antología escogida para los niños por Zenobia con el título de Poesía en prosa y verso (1902-1932) de Juan Ramón Jiménez y dedicada a sus sobrinos Juan Ramón Jiménez Bayo y Francisco Hernández-Pinzón Jiménez, «primos amigos inseparables». Francisco y Juanito Ramón eran sus sobrinos más pequeños y los  únicos que no habían quedado inmortalizados en Platero y yo ya que ambos no habían nacido cuando él escribió el libro.

            Juan Ramón Jiménez Bayo marchó a estudiar Derecho a Sevilla, estudios que serían sufragados en parte por su padrino JRJ con que sacaban de subarrendar los pisos amueblados en Madrid. Al  comenzar la Guerra Civil se alista en Falange, y cuando estalla la guerra civil combate en diversos frentes Canarias, Navarra, León, Teruel, lugar este último donde atravesado por los cascotes de un proyectil enemigo, murió el 15 de febrero de 1938.  Juan Ramón y Zenobia reciben la noticia ya en su exilio en la Habana, dejándolos sumidos en una profunda tristeza que arrastrarán durante toda su vida.

            Las autoras de este trabajo, son conscientes de la importancia de rescatar la memoria y exponerla a la luz para conocimiento de sus conciudadanos de hoy, por muy modesta que pueda parecer. Juanito Ramón, un joven de veintipocos años que formó parte de la familia del célebre Juan Ramón Jiménez, tuvo sus ideales y murió por ellos, fueran estos cuales fueren, tal y como escribió también Juan Ramón Jiménez: “Yo sé bien que tenía, con las ideas que él creía mejores, un ideal limpio… Y si su muerte y las otras como la suya no nos mejoran, ¿de qué sustancia miserable somos