En 1924, las secuelas
directas de la Gripe Española (1918-1919), que afectó a un tercio de la
población mundial y dejó entre cuarenta y cincuenta millones de víctimas
mortales, ya habían disminuido, aunque seguían presentes en la salud física y
mental de muchas personas. Sus nefastas consecuencias continuaban golpeando la
vida social y económica de todos los pueblos.
Del legado de aquella
pandemia, que tuvo una especial virulencia en la provincia de Huelva en octubre
de 1918, la localidad de Moguer no fue ajena. Sin embargo, la complicada situación que atravesaban
sus vecinos no fue obstáculo para que se celebraran con entusiasmo las fiestas
patronales en honor a la Virgen de Montemayor.
Durante la segunda
semana de septiembre de 1924, la localidad se llenó de vida con unas
celebraciones que congregaron a numerosos moguereños y a visitantes llegados
desde los pueblos cercanos.
Las calles se
engalanaron para la ocasión y la devoción a la Patrona volvió a ser el eje central
de unas jornadas que combinaron las ceremonias religiosas con la fiesta
popular. El programa de festejos destacaba, entre otras actividades, la
iluminación extraordinaria, los conciertos musicales a cargo de la banda
municipal y las bandas de cornetas y tambores del batallón de Legionarios de
Moguer, la solemne función religiosa, fuegos artificiales, bailes populares y
de sociedad, así como el reparto caritativo de limosnas a los más pobres.
Aquel septiembre quedó
en el recuerdo como un ejemplo de la unión de fe y alegría que ha caracterizado
siempre a estas fiestas patronales, verdadero reflejo de la identidad y las
tradiciones moguereñas.