10 octubre, 2021

AVES DE MAZAGÓN: GOLONDRINAS, AVIONES Y VENCEJOS

  Las golondrinas, los aviones y los vencejos forman parte del día a día tanto de Mazagón como del resto de los pueblos y ciudades de gran parte de Europa. Sin embargo, a pesar de ello suele ser habitual la confusión entre las distintas especies que forman parte de estos grupos de alados, algunos de los cuales, por cierto, ni siquiera están emparentados entre sí.

Jóvenes golondrinas comunes.
Foto: Rafael R. Porrino.

Por Rafael R. Porrino

 Aunque las diferencias entre las golondrinas, los aviones y los vencejos son muchas, como a continuación veremos, todos ellos tienen algo en común: su dieta se basa casi exclusivamente en insectos voladores, muy especialmente en mosquitos. Ello los convierte, junto a los murciélagos, en enormes aliados de las personas que residimos en entornos donde los mosquitos proliferan, pues son muchos los insectos que cada uno de estos pájaros ingiere al cabo de la temporada; así pues, se trata de unos vecinos muy útiles, a pesar de las molestias puntuales que puedan llegar a causar por su cercanía a nuestras viviendas, lo que de hecho les ha valido el estatus de especies protegidas tanto por la normativa nacional como comunitaria. Por ello, existen proyectos en marcha en nuestro país que buscan compatibilizar las poblaciones de estas aves con la presencia humana, como el Proyecto SOS-Nidos de SEO/Birdlife y el Gobierno de España.

Cartel para concienciar de la importancia de estas aves. Fuente: GREFA.

GOLONDRINAS

La Golondrina común

 La golondrina común Hirundo rustica es una de las aves más populares de la avifauna europea. Se trata de un pájaro muy cercano al ser humano, pues construye sus nidos en porches o terrazas de casas habitadas, gallineros, establos, naves, cocheras, cortijos, etc., por lo que siempre es fácil de detectar cuando llega de África, lo cual en nuestro entorno ocurre a partir de mediados de enero, permaneciendo aquí hasta septiembre; no obstante, siempre se ve algún ejemplar rezagado, e incluso desde hace mucho tiempo se viene detectando la invernada de pequeños contingentes de golondrinas comunes en la Península Ibérica.

Golondrina común adulta, con su garganta roja y cola larga.
Foto: Rafael R. Porrino.

 Su canto, que emiten a finales de invierno y en primavera los machos, tanto en vuelo como posados en cables y farolas, es alegre y parlanchín, y sobre él existen canciones, refranes y dichos populares.

Los pollos de golondrina común presentan colores más apagados que los adultos.
Foto: Rafael R. Porrino.

 Como casi la totalidad de los integrantes de la familia Hirundinidae -los llamados hirundínidos, grupo que incluye a todas las especies de golondrinas y aviones de nuestro continente, pero no a los vencejos-, las golondrinas hacen sus nidos con barro que cogen en charcos tras las lluvias, y que transportan en su boca, haciendo unas bolitas con saliva con las que construyen un medio cuenco que adosan a la parte alta de paredes, en el techo junto a lámparas, en esquinas etc.

Pollos de golondrina común en su nido con forma de cuenco.
Foto: Rafael R. Porrino.

 Estas pequeñas moradas resisten bien el paso del tiempo, siendo habitual que sean reutilizadas varios años seguidos para traer al mundo a su abundante prole -siendo objeto, eso sí, de pequeñas reformas-.  Además, es normal que una misma pareja de golondrinas comunes saque dos polladas al año, y a veces hasta tres.

Tras abandonar el nido los pollos son alimentados por sus padres durante algunas semanas más.
Foto: Rafael R. Porrino.

 La golondrina común es una especie común y abundante, si bien en el casco urbano de Mazagón no es especialmente numerosa por no encontrar muchos lugares donde nidificar y cazar. Aunque es  gregaria durante sus viajes migratorios (cuando llega a formar dormideros de miles de ejemplares en lagunas y otras zonas palustres), lo habitual es que anide en solitario o en muy pequeñas colonias.

Bando migratorio de golondrinas comunes adultas.
Foto: Rafael R. Porrino.

La Golondrina dáurica

 Precisamente el nido, o más bien la forma de este, guarda una de las diferencias entre la anterior especie y su “prima” la golondrina dáurica Cecropis daurica, un bello pájaro con partes de su plumaje de color crema anaranjado, cola muy larga y negra, y tendencia a ocupar ambientes más agrestes que la golondrina común, emitiendo asimismo un canto muy diferente a esta.

Pareja de golondrinas dáuricas, mostrando su coloración crema en las partes inferiores. 
Foto: Rafael R. Porrino.

Y es que el nido de la golondrina dáurica es también de barro, pero no tiene forma de cuenco abierto por arriba, sino que se compone de una cámara circular cerrada a la que se accede por un pasillo alargado. Lo normal es que aniden en solitario, siendo muy típico que lo hagan bajo puentes y pasa aguas, aunque también en edificios abandonados a medio construir, como ocurre en nuestra localidad.

Nido de golondrina dáurica bajo un puente.
Foto: Rafael R. Porrino.

 Tiene una curiosa historia la golondrina dáurica: hasta hace cien años era una especie desconocida en el continente europeo, pues se trataba de un ave principalmente indoafricana. Sin embargo, sus poblaciones africanas fueron aumentando y expandiéndose de manera natural hacia el norte, cruzando el Mediterráneo y el Atlántico y comenzando a asentarse en zonas del sur de Andalucía, desde donde ha ido avanzando imparablemente hacia el norte del país, para delicia de ornitólogos locales y visitantes. Hoy en día es una especie común en gran parte de España y Portugal.

En vuelo la dáurica deja ver su larga cola negra, el obispillo anaranjado y sus alas oscuras.
Foto: Rafael R. Porrino.

 Al igual que otros componentes de la familia, también es migratoria, pasando los inviernos en África central y del sur. Se marchan de nuestro entorno entre septiembre y octubre -algunas en noviembre- y regresan en febrero y marzo.

En el casco urbano de Mazagón anidan algunas parejas de golondrina dáurica.
Foto: Rafael R. Porrino.

LOS AVIONES

El Avión común

 Los aviones están emparentados con las golondrinas. De las especies que podemos ver en Mazagón solamente una, el avión común Delichon urbicum, es común y fácil de avistar de modo cotidiano. A diferencia de las golondrinas, los aviones comunes son muy gregarios y forman colonias de decenas de nidos que suelen ubicar bajo las cornisas de las fachadas de casas, edificios grandes y bloques de pisos.

El avión común es una especie gregaria.
Foto: Rafael R. Porrino.

 También son muy gregarios a la hora de migrar, siendo habitual verlos volar en grupo, a veces mezclados con otras especies de hirundínidos. Generalmente regresan de África pronto, a finales de diciembre, y los últimos se marchan en octubre o noviembre; no obstante, también llegan a detectarse algunos ejemplares invernando.

Aviones comunes haciendo una parada durante su migración de finales de verano.
Foto: Rafael R. Porrino.

 El nido del avión común es una especie de taza cerrada por arriba por la propia cornisa del edificio bajo el que se ubica, y con un agujerito lateral para entrar. Es habitual que los gorriones comunes les arrebaten los nidos y se metan en ellos para criar.

Los nidos de avión común son diferentes a los de ambas golondrinas.
Foto: Rafael R. Porrino.

 El avión común es fácil de ver en nuestro pueblo, y lo  distinguiremos por ser más pequeño y compacto que las golondrinas, por presentar una cola ahorquillada pero corta y roma, y por tener un obispillo (franja de plumas en la zona de “rabadilla”) blanco, a diferencia de la golondrina común (no tiene obispillo) y la dáurica (lo tiene de color canela desgastado). Las partes inferiores son blancas, y las superiores negras con irisaciones azuladas.

Avión común en vuelo, mostrando su característica silueta y las partes inferiores del cuerpo blancas, excepto alas y punta de la cola.
Foto: Rafael R. Porrino.

El Avión roquero y el avión zapador

 Las otras dos especies de aviones que pueden verse puntualmente en Mazagón y su entorno inmediato se parecen algo entre sí, presentando ambos colores terrosos y ocres. El avión zapador Riparia riparia se ve ocasionalmente durante sus migraciones de primavera y otoño, pero no cría por aquí. Tampoco lo hace el avión roquero Ptyonoprogne rupestris, que no es migratorio en sentido estricto, pero que sí realiza movimientos en invierno que lo alejan de sus lugares de reproducción (generalmente en zonas de sierra y media montaña), recalando algunos siempre en invierno en paso por el entorno de Mazagón, por ejemplo en los Médanos.

Avión roquero en la Sierra de Aracena, donde es común.
Foto: Rafael R. Porrino.

LOS VENCEJOS

Vencejo común y vencejo pálido

 Dos son las especies de vencejos que tenemos en Mazagón: el vencejo común Apus apus y el vencejo pálido Apus pallidus (una tercera, el vencejo real Tachymarptis  melba, se ve muy raramente en migración). Es muy complicado distinguir ambas especies, requiriéndose  experiencia y buenas condiciones de distancia y luz, pues los dos son de color oscuro sin partes blancas a excepción de la garganta blancuzca, presentando el vencejo pálido una tonalidad más marrón y con “escamas” más claras. Además, normalmente el vencejo pálido llega antes (a partir de mediados de febrero) y se marcha después (en octubre o incluso noviembre) que el común (marzo-septiembre).

Vencejo común.
Foto: Rafael R. Porrino.

 Nunca veremos a los vencejos posados en árboles, antenas, cables, ni en suelo -a excepción de pollos caídos del nido o ejemplares enfermos-, pues se trata de animales que pasan casi toda su vida volando, a excepción del tiempo que invierten en el nido para incubar y alimentar a sus pollos. Suele siempre contarse, como datos curioso a la par que asombroso, que los vencejos duermen e incluso copulan en vuelo, en el aire.

Los vencejos se alimentan en vuelo, llenando su pico y garganta de insectos voladores.
Foto: Rafael R. Porrino.

 Son ambas especies muy aerodinámicas y, de hecho, la silueta de los vencejos se asemeja a una hoz por sus alas y cuerpo muy estrechos, lo que les permite alcanzar velocidades de vuelo vertiginosas. Suelen escucharse chillando mientras se persiguen unos a otros y se alimentan de mosquitos en nuestros cielos.

Característica silueta de vencejo con el mar de fondo, estampa típica de los veranos de Mazagón.
Foto: Rafael R. Porrino.

  El vencejo pálido parece tener en Mazagón solo una, o quizá dos, colonias de cría, en bloques altos de pisos. El vencejo común aparece más repartido, anidando en grietas de viviendas y bloques, y en casas abandonadas o a medio construir. No obstante, se trata de pájaros que se desplazan largas distancias para buscar alimento, por lo que en la costa y los humedales de las cercanías llegan a formarse nubes de decenas o cientos de vencejos llegados desde sitios lejanos en busca de mosquitos y otros insectos voladores.

Las alas estrechas y puntiagudas contribuyen al aerodinamismo de los vencejos.
Foto: Rafael R. Porrino.

 Otra de las diferencias que presentan los vencejos con respecto a golondrinas y aviones es que los vencejos común y pálido no construyen nidos de barro, sino que asientan sus huevos directamente sobre un escaso aporte de plumas y briznas que depositan en grietas y huecos de muros y tejados. Sus colonias suelen ocupar muchos edificios históricos, como fortalezas, catedrales, palacios o iglesias.

La iglesia de San Bernardo, en Sevilla capital, sostiene una bonita colonia de vencejos.
Foto: Rafael R. Porrino.