17 julio, 2011

Crónica del velero "La Bala" en la Regata Palos-Lagos

Redacción Mazagón Beach
Como habréis podido ver estos días, Mazagón Beach hizo un seguimiento en tiempo real del velero “La Bala”, del mazagonense Arturo Palmer, que participó en la XXII edición de la Regata Palos-Lagos, y que quedó clasificado el séptimo en la General de Open. Os prometimos una crónica de la regata de  este velero, y aquí la tenéis de mano de su protagonista.
 Benito Márquez y Arturo Palmer, los dos tripulantes de La Bala, después de la Regata Prólogo de Mazagón celebrada el viernes 8 de julio.

El pasado sábado a eso de las 11:30 horas daba comienzo con cierto retraso la salida de la Regata Palos-Lagos. Se harían dos salidas, primero la clase IRC y 15 minutos después la nuestra, la clase Open que estaría formada por un total de 20 embarcaciones.
La salida se haría con muy poco viento y favorecida por el barco del comité. Como Benito y yo habíamos hecho casi todas las pruebas de la liga de invierno, estábamos muy entrenados y conseguimos salir primeros hacia la boya de desmarque, apenas situada a 1 milla tras la cual pondríamos rumbo directo a Lagos, doblando previamente el Cabo Santa María, situado en Faro. Tras pasar por dicha baliza, los barcos “grandes” empezaron a pasarnos como aviones, primero un barco portugués de 45 pies de eslora, es decir, más del doble de grande que nuestro barco que tiene tan solo 21 pies, y así sucesivamente hasta colocarnos cuartos.
Pero tras estos momentos iniciales había que empezar a elegir la estrategia a seguir durante las próximas 10 horas. Habíamos hecho en casa varias simulaciones con un software que tres años atrás el amigo Oscar Vargas (vecino de Mazagón y Capitán de la Marina Mercante) nos había facilitado. El resultado era claro, debíamos ir mar adentro hasta esperar que a eso de las seis de la tarde el viento rolara y volviéramos a poner rumbo a tierra, y esperar que sobre las 23:30 horas el viento cambiara de nuevo y se pusiera del norte para intentar navegar en rumbo directo a Lagos y paralelo a la costa.
 
Pero conociendo las limitaciones del barco para navegar en contra del viento, cuando este sopla muy fuerte, consideramos que era preferible pegarse a la costa a pesar de que eso nos haría perder más puestos aun. A cambio conservaríamos el barco en perfectas condiciones.
Pero la mala suerte nos tocaría pronto al quedar la quilla enredada en un trasmallo en dos ocasiones. La primera vez conseguimos perder “solo” 10 minutos, pero en la segunda ocasión tuvimos que echar el velamen abajo, y ponernos aletas, gafas de buceo y cuchillo en mano para empezar a cortar los cabos que daban varias vueltas a la quilla y a uno de los timones. Esta pérdida de tiempo tendría un valor incalculable como más tarde explicaremos.
Tras esto seguiríamos ciñendo hasta que justo en el momento que más alejados de la costa (estábamos al sur de Ayamonte), sobre las 20:30, el viento empezó a caer y 30 minutos después saltaba el térmico del norte que no debía haber aparecido hasta las 23:30 horas. Rápidamente llamamos a un contacto que teníamos en tierra, y nos confirma que efectivamente allí también había saltado el terral de la noche, a pesar de que aun había luz. No entendemos nada, pero no nos desanimamos, nos hacemos unas fotos y seguimos nuestro camino.
La noche se nos echa encima y decidimos apretarle al barco, sabemos que podemos ganar algún puesto. Toda la noche tuvimos un fuerte viento que pasaría al oeste tras cruzar el cabo y grandes olas que nos harían dar fuertes pantocazos. Daba miedo oír al barco quejarse en cada caída al seno de la ola. Como la cosa se puso muy dura, no optamos por dormir mucho, solo una hora y media, en tres grupos de 30 minutos. Sí, como suena, solo 1 hora y 30 minutos en toda la noche. Para que os hagáis una idea del frío que teníamos, llevábamos el traje de agua puesto, que es un peto que solo usamos en invierno y un forro polar, con el gorro de lana correspondiente. No pudimos hacer fotos de esos momentos. Mejor dicho…no nos atrevíamos.
Pero todo no iba a ser malo pues forzar el barco nos trajo la cosecha esperada, pasando de las últimas posiciones a la séptima. Fue un gustazo ver como las luces de otros barcos mucho más grandes aparecían en nuestro horizonte y tras el amanecer se encontraban ya a nuestra popa. Suele ocurrir que llegada la noche, las tripulaciones cansadas de todo un día de competición van “levantando el pie”, por eso aprovechamos la noche para apretar los dientes y sacar algo de ventaja a costa de no dormir.
Pero como adelantábamos antes, perder tiempo con los trasmallos nos haría perder aun más tiempo al día siguiente, pues como estaba previsto el viento térmico de la noche desaparecería con el amanecer por lo que a las 8:30 horas del domingo y a solo 6 millas de la llegada nos quedamos literalmente clavados y tuvimos que esperar casi tres horas hasta que apareciera la nortada (viento local de Lagos) que nos empujo rápidamente hasta puerto.
Benito saltaba del barco al autobús inmediatamente pues debía estar en Sevilla al día siguiente, pero Isabel ya estaba esperándome en el pantalán recién llegada desde Mazagón.
Tras descansar algunas horas, acudimos a la entrega de premios y nos fuimos a dormir de nuevo, no estaban los cuerpos para muchos bailes…
Al día siguiente comenzamos la vuelta, acompañados de cerca por los amigos del ATRIA (Alberto, Pepe del Barrio, Juan Antonio, etc.) de la que no os relato mucho y dejo que las fotos hablen por sí solas: Delfines, peces voladores, buen viento, preciosa puesta de sol y la inmejorable compañía de mi esposa Isabel.
Arturo Palmer

Video de la salida de Lagos
Video navegación de noche.