Monasterio
de La Rábida // José A. Mayo
09/09/25.- José Antonio Mayo
Abargues
El sábado 7 de marzo de
1891 se produjo un auténtico escándalo en Palos de la Frontera entre los
vecinos y las autoridades, cuando estas, obedeciendo a órdenes del Ministerio
de Fomento, intentaron encajonar la imagen de la Virgen de los Milagros,
venerada en la iglesia del Monasterio de La Rábida, para trasladarla a Madrid
con el propósito de ser restaurada.
La reacción popular no
se hizo esperar: los vecinos, con una firmeza insólita, se opusieron
rotundamente a la orden ministerial. La presión fue tal que las autoridades no
tuvieron más remedio que suspender el traslado, respetando la voluntad del
pueblo.
La histórica imagen de
la Virgen de los Milagros, ante la que Cristóbal Colón y sus hombres rezaron
antes de zarpar hacia América en la madrugada del 3 de agosto de 1492, no es
solo una talla religiosa: constituye también un símbolo de identidad cultural y
un referente emocional de primer orden para los vecinos de Palos.
En el último tercio del
siglo XIX era habitual que las imágenes dañadas por el paso del tiempo fueran
enviadas a talleres especializados en restauración, principalmente en ciudades
como Madrid o Sevilla. Sin embargo, el rechazo de los palermos al traslado de
su Patrona ponía de manifiesto la intensa devoción local: separarla del pueblo,
aunque fuese de manera temporal, lo sentían como un desarraigo que no estaban
dispuestos a consentir. A ello se sumaba el temor a que la imagen sufriera
daños durante el viaje o, incluso, a que nunca regresara, recelos frecuentes en
la época, pues no faltaban precedentes de imágenes que, una vez enviadas a
restaurar, tardaban mucho en volver o no lo hacían jamás.
El hecho fue recogido
en la prensa nacional, dentro de la sección de noticias provinciales,
reflejando la intensidad de la devoción palerma hacia su Virgen y la fuerza del
sentimiento popular en defensa de sus tradiciones.
Fuente consultada: Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
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