25 diciembre, 2022

Recordando el pasado

Incidente en la iglesia del Monasterio de La Rábida el 3 de agosto de 1896, cuando se estaba celebrando la misa conmemorativa de la partida de las tres carabelas hacia el Nuevo Mundo.

 La noticia fue recogida al día siguiente en la crónica del diario La Provincia 

Monasterio de La Rábida / José Antonio Mayo

En la Rábida

La expedición á la Rábida en la mañana de ayer, estuvo en harmonía con la velada.

Tan numerosos fueron los expedicionarios, que apenas cabían en los buques «Isla de Luzón,» «Toledo» y «Tarifa.»

También fueron muchos vaporcitos, botes y lanchas.

La mañana fresca y el sol cubierto con espesas brumas, hicieron que el día estuviese muy agradable, no sintiéndose el calor ni en las horas del medio día.

Por el Monasterio era casi imposible dar un paso y en la iglesia era imposible entrar, algún tiempo antes de dar comienzo á la Misa.

Al terminar la fiesta religiosa, refectorio, celdas y claustros estaban convertidas en comedor.

Por todas partes no se oye otra cosa que palmadas y las voces de «¡camarero!» «¡camarero!» y estos corren de aquí para allá, moviéndose con más velocidad que acierto.

Mucha vitualla llevóse por allá el dueño del «Pasaje de Zafra,» á cuyo cargo estuvo la repostería; pero en avalancha tan extraordinaria y en apetitos tan felices como los que allí reinaban, ya hubiese sido casi imposible satisfacer tanta exigencia á no tener el privilegio de hacer el milagro de los panes y los peces.

El petardo

Cuando se estaba en la Misa, alguien hubo de observar que en la puerta de la iglesia un individuo colocaba un objeto, el cual intentaba darle fuego con una mecha.

En la creencia de que fuese lo allí colocado una bomba explosiva ó por lo menos un petardo, dieron aviso a la pareja de la guardia civil que se encontraba próxima, la cual detuvo infraganti al supuesto anarquista, el que todo confuso y acongojado declaró ser natural de Palos, llamarse Manuel ó José Martín —no recordamos bien el nombre— y que el objeto que allí colocaba era unos truenos ó tracas para hacer salvas cuando el sacerdote alzara á S.D.M.

Como los truenos ó tracas eran de bastante volúmen é impropios del caso ó propios de una barbarie —aunque sea de ritual en las fiestas de Palos— y que ya que no dañara en las personas hubiera producido la natural alarma en los fieles que llenaban el templo y en todas las gentes que habían en el Monasterio, la guardia tomó la determinación de detenerlo encerrándolo en una celda.

Según nos informamos después el señor cura de Palos hubo de manifestar al Alcalde de la villa y al jefe de la guardia civil, de que efectivamente el detenido había sido encargado de hacer dichas salvas con esta clase de fuegos de artificio, pero fueron en convenir que el individuo se había excedido en la magnitud y volumen de los truenos al efecto preparados.

Sin embargo, el Manuel Martínez —que así se llama— fue conducido á Moguer, á cuyo Juzgado dióse el correspondiente parte.

La Provincia, 4 de agosto de 1896