28 septiembre, 2022

El San Serafín

 En el diario La Provincia, del jueves día 23 de febrero de 1916.

     Nos comenta lo siguiente, sobre el violento temporal que desde ayer se está desencadenado sobre Huelva y su provincia, ha sido sin duda la causa de una terrible desgracia en la que ha perdido la vida cinco hombres.

  Al medio día de hoy comenzaron a circular los rumores por la capital de haber naufragado en la barra un barco de vela cuyo nombre y matrícula eran de momento desconocidos, como igual suerte corrida por los tripulantes. Entre la población marítima se produjo gran alarma.

   Al llegar a este diario dichos rumores, nos encaminamos a la Comandancia de Marina en la que nos manifestaron que conocían la noticia, pero que carecían de detalles.

  En vista de esto, nos dirigimos al muelle donde pudimos recoger, de los informes facilitados telefónicamente por el vigía de la barra y un marinero, hermano de uno de los supervivientes del naufragio, los siguientes detalles.

   El naufragio ocurrió próximamente a las 11 y media de la mañana de hoy.

El barco naufragado era el laúd “San Serafín”, el mayor de los de la matrícula de Ayamonte siendo sus propietarios los señores Pérez Hermano, de dicha población. El laúd procedía de Cádiz, siendo su cargamento arroz y barriles de aceite. La tripulación se componía de un patrón y siete marineros.

   Las causas exactas del naufragio,  así como la forma en que ocurrió este, no se conocen concretamente, pues a la hora en que escribimos estas líneas, los supervivientes no han podido hablar a causa del estado en que se encuentran por la terrible sospecha con las olas.

   De algunas palabras pronunciadas por ellos y por lo que manifiestan algunas personas que se hallaban a gran distancia del lugar de la catástrofe, se deduce, que el laúd, ya dentro de la barra, perdió el gobierno, siendo arrastrado hacia fuera por el viento y la marea que descendía en aquel momento.

    El barco fue empujado sobre los bajos de la Matilla y de Juan Limón, frente a la costa de Mazagón, donde se fue a pique. Donde cuatro tripulantes, desaparecieron casi de inmediato bajo las aguas.

  Los otros cuatros, entablaron una lucha titánica con las olas que, tan pronto los llevaba hacia la costa, como los internaban en el mar.

  Por fin, tres de ellos consiguieron arribar a la playa, cuando ya de fuerzas iban a parecer. Otro de los náufragos, que se había agarrado a uno de los palos del barco, se sostuvo a flote durante unas dos horas. En su lucha con las furiosas olas, y a consecuencia de los golpes que recibió al tomar tierra en el bajo de la columna vertebral y resultó con graves heridas en la cabeza.

   Fue recogido por los carabineros de la playa, el torrero del faro del “Picacho” y un obrero del Puerto.

 La imagen pertenece al pintor Egidio Linnig, con el título "salvando a los marinos náufragos.1857.

   El desgraciado dejó de existir a las dos y media de la tarde. Otro de los marineros que consiguieron salvase, se encuentra también herido, aunque no de importancia. Al medio día, salieron en el vapor “Rábida”, personal de las Obras del Puerto y el médico don José Quintero, con los elementos necesarios para asistir a los náufragos.

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