12/06/25
El delicado busto de un niño sonriendo, una magnífica escultura en escayola pintada que el poeta de Moguer regaló a su esposa Zenobia Camprubí en 1915, es la Pieza del Mes que preside desde hoy el recorrido museográfico por la casa-museo del autor de Platero.
La concejala de Cultura, Eva Rodríguez, acompañó a la investigadora del Centro de Estudios Juanramonianos, Rocío Bejarano, en la presentación de esta entrañable escultura a la que acompañan varios textos manuscritos del poeta y su esposa que demuestran la gran complicidad artística de la extraordinaria pareja.
La pieza es una reproducción de una célebre escultura del Renacimiento, una copia utilizada como modelo de estudio en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), con una pequeña pero valiosa particularidad ya que, en la parte inferior, encontramos la leyenda: “Niño que ríe de Donatello”, manuscrita por Juan Ramón Jiménez.
Sin embargo, los especialistas no atribuyen el original a Donatello, sino a su discípulo Desiderio da Settignano, quien lo habría realizado entre 1460 y 1464. El busto original, conocido como Bambino ridente, se encuentra en el Kunsthistorisches Museum de Viena y está realizado en porcelana biscuit: una porcelana blanca sin esmaltar de textura mate.
Juan Ramón Jiménez encargó a la
Academia que enviaran ese busto a Zenobia Camprubí a principios de 1915, junto
con el libro King Albert’s Book, un homenaje internacional al rey de Bélgica
publicado en Nueva York en 1914, junto a estas letras: “Le ruego que tenga
usted el niño en su cuarto para que, todos los días, al amanecer, le recuerde a
usted, con su reír puro, la felicidad sencilla y clara de la vida.”
Zenobia, profundamente conmovida,
le respondió: “No sé ya cómo continuar mi resueltísimo silencio en vista del
Niño que ríe y del Libro del rey Alberto. [...] Es un libro que calienta el
corazón. [...] Tiene uno la esperanza, y casi la seguridad, de hacerse más bueno.”
Este “Niño que ríe” se conserva desde aquel año como testigo silencioso de una historia de amor, sensibilidad y complicidad cultural, y simboliza el vínculo íntimo que unió durante casi medio siglo a Zenobia y Juan Ramón.